LA PRÁCTICA PSICOMOTRIZ AUCOUTURIER

Una de las propuestas que realizamos en Espacio Meraki son las sesiones de psicomotricidad. Se le puede llamar psicomotricidad educativa, reeducativa, vivenciada o relacional.
Son muchas las personas que me preguntan qué se hace en psicomotricidad y para qué sirve. Para mí es importante dejar claro desde el comienzo que es una herramienta que favorece el desarrollo integral de las criaturas.
Es decir, no se trata de hacer sesiones en las que niños se desarrollen las habilidades
motrices, sino que se trata de investir el espacio, vivir el cuerpo y dar sentido al movimiento.
Una mirada, una escucha y comprensión de la infancia en sentido completo (y complejo).
Yo me he formado en Práctica Psicomotriz Aucouturier (PPA). Tiene un encuadre
concreto en el que se utilizan unos materiales, con una dinámica y justificación teórica muy
amplia.
Por un lado está lo que tiene que ver con la parte “-motriz”, el movimiento, el cuerpo.
Por otro lado, “psico-” se refiere al sentido de los juegos de los niños y niñas, que interiorizan y
favorecen el desarrollo de forma global.
En ocasiones han llegado a Espacio Meraki personas con dificultades relacionadas con
la movilidad, que vienen del Centro Base, y en la primera sesión realizan aquello que llevaban
tiempo “trabajando”. No es que haga magia ni que sea la panacea que cura cualquier cosa. No.
Lo que cambia es la propia criatura. A veces es necesario ensayar movimientos hasta
interiorizarlos de forma que resulten mecánicos y se superen hitos que en algunos test se
indica que deben lograr a cierta edad. El entorno. El juego espontáneo y un ambiente
preparado favorecen que eso que se ha “ensayado” pueda surgir cuando están preparados.
La PPA es una herramienta que a través de la relación, del juego libre, espontáneo y los
materiales y espacio que provocan el disfrute y el deseo de la infancia favorece que los niños y
niñas hagan lo que saben hacer cuando quieren hacerlo.
Pensad en cómo os sentiríais si en el trabajo, de hoy para mañana os dicen que tenéis
que controlar un programa, un idioma, (lo que se os ocurra) para poder seguir trabajando.
¡Qué presión! Yo estaría agobiada. Bueno, de hecho lo he vivido.
Me he esforzado, he pasado la noche sin dormir y he logrado salvar el momento. Al
recordarlo pienso que soy muy capaz de hacer las cosas que me proponga, y a la vez vivo con
desagrado y agobio las situaciones o aprendizajes en los que se me impone desde fuera la
exigencia de hacer algo para demostrar mi valía.
Con las criaturas ocurre lo mismo. Si en lugar de ver las carencias, en lugar de hacer
comparaciones, acompañamos y potenciamos el desarrollo de sus habilidades en lugar de
poner el foco en lo que no hacen aun, van a sentirse válidos y podrán desarrollar estrategias
propias para la resolución de situaciones concretas que surgirán cada día.
A través del juego, la relación con el adulto y sus iguales, niños y niñas pueden
desarrollar habilidades propias adaptadas al momento madurativo que les permitan resolver
situaciones cotidianas.

Por ejemplo. Cuando son capaces de jugar a desequilibrarse con placer, es porque se
siente seguro y no siente angustia al perder esa seguridad. Eso solo puede ocurrir cuando se
han experimentado en el cuerpo sensaciones que han permitido integrar la unidad corporal.
Hay personas que vienen de centros de estimulación precoz donde están “trabajando
el salto”. A lo mejor la criatura siente pánico al saltar desde una altura mínima de un
centímetro o dos porque no es la altura lo que le da miedo. Hay algo interno que tiene que
desarrollarse antes para poder saltar.
Siempre recomiendo y recomendaré mucho suelo, mucho juego y observar, dejándoles
ser. “Solo” acompañar, sin apropiarnos de sus procesos.

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